El viaje ha sido pesado y la verdad que dormir en un sillón de avión no es muy cómodo. Como anécdota que contar, que en Nueva York un simpático guardia de la porra llamado Romeo, me ha metido en un cuartillo para revisar a fondo mi pasaporte... Supongo que me vería cara de Al Qaeda.
En el ultimo vuelo Celia solo sabia quejarse porque decía que el sillón estaba muy recto y no pudo dormir nada.
Ahora estamos cenando, almorzando o que se yo, una pizza en el Aeropuerto de SFO. Os mandamos una foto, besos!!!
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